Quien va marcando el rumbo en la terapia feminista, es la propia consultante, se da prioridad a los temas emergentes porque en el proceso hacia ver resultados, a las personas les pasan cosas, el proceso de sanar no es lineal.
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La terapia feminista es un lugar que intenta potenciar las habilidades de la consultante y modificar sus relaciones sobre todo con otras mujeres.
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También un espacio para hablar del cuerpo y movilizarlo.