Terapia es mi lugar seguro,
es un acto de amor propio
y de supervivencia.
En ese sillón color gris,
con cortinas de colores,
comprendí que no hay manual para quererse,
pero por alguna razón cada día aprendo a quererme más,
a quererme más bonito.
Ya no siento el peso sobre mis hombros
que parecía no dejarme caminar,
ahora voy más ligera
y arrastro solo mi equipaje al andar.
Me di cuenta que cuando quito gente de mi mente,
cabe más de lo que soy,
de mis pensamientos intrusivos
y de mi inspiración.
Caben más sueño,
más versos,
quepo más yo.
Y que en mí,
caben universos.
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Salud mental desde una perspectiva feminista interseccional